Los nubitas y otros cuentos es la quinta colección de cuentos de Miguel Ángel Villar Pinto.
La colección consta de 7 cuentos maravillosos: «Los nubitas», «La gatita Linda», «El rey de los ogros», «El duende padrino», «La isla secreta», «Robertinho» y «El tren Tilín».
«El duende padrino» ayudará a un niño a cumplir sus sueños.
Hace no mucho tiempo sino muy poco, todos los seres mágicos se reunieron en un lugar apartado, en una isla encantada que ellos llaman Brandán. Los hombres habían dejado de creer en ellos, y algunos lo consideraban una suerte:
—Al fin viviremos tranquilos —decían.
Sin embargo, había otros, desde siempre unidos a los niños, que tenían una opinión muy distinta, en especial las hadas madrinas y los duendes padrinos.
—Aún nos siguen necesitando —dijeron ellas.
—Su mundo será más sombrío sin nosotros —señalaron ellos.
Pero, salvo estas excepciones, lo cierto es que, la mayoría, preferían alejarse y así iban a hacerlo.
—Lo mismo que sucedía antes —comentó un elemental de tierra—, sigue sucediendo ahora. Los humanos no aprenden, no cambian, siguen cometiendo los mismos errores. Ayudarlos no da resultado. Es mejor aceptarlo.
Casi todos coincidían con sus palabras, así que se fueron marchando hasta que solo quedaron unos pocos. La alegría por el reencuentro se tornó en tristeza ante la soledad; pero, como la magia de las hadas y los duendes se vuelve más poderosa cuanto mayor es el desánimo, pronto se vio incrementada. Supieron entonces que iban a ser capaces de hacer cosas mucho más increíbles y extraordinarias que nunca antes.
Y así debía ser, pues el mundo había cambiado, quizá no su esencia, tal como había indicado el elemental, pero sí su forma: las personas no vivían ya en bosques, sino en ciudades; ni en castillos de piedra ni casas de madera, sino en edificios de acero y hormigón; tampoco viajaban en caballos y carretas, sino en vehículos a motor; y, lo que es más importante, apenas se entretenían de la misma manera o se preocupaban por las cuestiones de antaño.
De esto, eran muy conscientes quienes se quedaron. También de que, aparecer ante una persona de esta época, podría traerle no pocos problemas, así que decidieron hacerlo de manera que resultara lo más sencillo posible para cumplir su cometido.
Y fue así como, Priscob, un duende padrino, se transformó en un teléfono y acabó en las manos de Marco, aunque él creyera que se trataba tan solo de un móvil, de última generación, eso sí... (¿Quieres saber cómo termina el cuento «El duende padrino»? Encontrarás el final en la colección de cuentos Los nubitas y otros cuentos).