Cenicienta

Cuentos infantiles de ayer y de hoy es una colección de cuentos de Miguel Ángel Villar Pinto, inspirados en cuentos infantiles famosos.

La colección consta de 11 cuentos infantiles: «Pulgarcito en la gran ciudad», «Blancanieves y los siete influencers», «El flautista de Hamelín», «La Sirenita», «El hombre feliz», «Caperucita Roja», «La foto nueva del emperador», «Pinocho», «Cenicienta», «Alí Babá y los cuarenta hackers» y «Aladino y el móvil maravilloso».

Hace no mucho tiempo, había una preciosa muchacha que, además de ser guapa, trataba a los demás con amabilidad, siempre con una sonrisa en los labios. Pensaba que, si todos hicieran lo mismo, el mundo sería un lugar mejor donde vivir.
Sin embargo, su madrastra y sus dos hijas la odiaban: no solo por envidiar su belleza, sino también su inteligencia. La tenían como sirvienta de la casa, ocupada de continuo en las tareas que detestaban y, por eso, solía acabar el día sucia y manchada, como si su piel estuviera cubierta por ceniza. De ahí que la llamaran Cenicienta.
Aun así, a pesar de no tener tiempo para estudiar, sacaba buenas notas. Al contrario que sus hermanastras, se levantaba con ganas de ir a clase: era el único sitio donde se preocupaban por ella.
―Tienes un gran talento para las matemáticas ―le decía su maestra―. Algún día, serás una gran científica.
Pensar en ello, en su futuro, la hacía feliz. Era así como soportaba con entereza la crueldad a la que estaba sometida, soñando con la oportunidad de comenzar otra vida muy distinta.
El momento llegó cuando, una importante universidad, convocó un concurso para resolver un algoritmo sin aparente solución y la maestra lo propuso como tarea.
―¡Esto es un galimatías sin sentido! ―se quejaron las hermanastras a su madre.
Viéndolas frustradas y enfadadas, exclamó:
―¿¡Quién se ha creído que es esa profesora para poneros unos deberes tan difíciles!? No os preocupéis, hijitas, ¡yo me encargo de arreglar esto!
Y, tras reunirse con otros padres, protestaron todos juntos ante la directora. Esta, para evitar complicaciones, les dio la razón y amonestó a la maestra.
―¡Hala, solucionado! ―dijo la madastra a sus hijas―. La respuesta al algoritmo es que ¡ya no tenéis que encontrarla!
Ahí hubiera terminado el asunto, con ellas tres contentas y satisfechas por su logro, si no fuera porque Cenicienta había comprendido la secuencia y, a escondidas, consiguió resolverla y enviarla a la universidad.
Esperó impaciente e ilusionada la respuesta, imaginando todo lo bueno que conllevaría, pero sin anticipar lo que realmente acontecería… (¿Quieres saber cómo termina el cuento «Cenicienta»? Encontrarás el final en la colección de cuentos Cuentos infantiles de ayer y de hoy).